En las fronteras lejanas de Etiopía, muy remoto de la
modernidad, tan allá de nuestro acelerado mundo, el fotógrafo Hans Sylvester
hizo un trabajo, de las tribus
que existen alrededor del río Omo. La región es un gran valle situado en el
borde de la triple frontera entre Etiopía, Sudán y Kenia. esta garganta se
extiende hasta la región del Rift, que se está separando geológicamente del
continente africano.
El desfiladero es una zona donde hubo muchos volcanes y
las laderas desfiguradas por la erosión han creado grandes sedimentos de rocas
y barros pigmentarios. el ocre caolín blanco, el verde del cobre
oxidado, las cenizas que van desde el negro al blanco pasando por toda la gama
de grises, los amarillos luminosos, han hecho de esta parte del mundo una
paleta de autor, que se usa para embellecer caras, rostros, cuerpos de
ancianos, de niños, de hombres y mujeres de las tribus del río Omo.
Ellos llevan el genio de la pintura en su raza, en sus
genes anda el diablo de la creación, que les viste con los más diversos colores.
La fuerza de su arte se resume en 3 palabras: dedos, velocidad y libertad.
"Dibujan con las manos abiertas, con sus uñas, a
veces con un palito de madera ó ayudados por unas hojas y unas palmas. Sus
gestos para pintar son rápidos, espontáneos y va más allá de la infancia y de
lo que buscan los maestros de la pintura contemporánea".
Se nota que en esta población hay un amor a su cuerpo, a
sus desnudeces adornadas. la relación es seducir a través del color. En ellos,
la vida es un juego perenne y un placer indiscutible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario